Palpitan las agujas del reloj encendidas , no es ira, ni furia, es algo que hay que sentir, para no sentir nada.
Avanza y siempre igual, la fina vida tiende de un atolondrado tic-tac, que continúa por un sendero de líneas paralelas, sin bifurcaciones.
Sólo horas frías, lejanas, cada vez más.. el aliento del suspiro que sacia la boca seca, y el cuerpo con ganas de ti.
El olvido acude con la aguja de la hora , lento , pero siempre llega. El recuerdo se esfuma con la pila agotada.
Y si se rompe, o moja, será porque con lágrimas se ha forzado su avance, y quedará la marca, si no vuelves a andar, desde el principio.
No hay principio sin fin, ni fin sin empezar de 0.
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