Vivir tanto en tan poco tiempo, es como robarle aire al viento, es como aplastar a un caracol sin querer, cuando lleva toda su vida intentando llegar lejos y protegerse de nosotros.
Verle reír, y llorar, por el mismo motivo en dos semanas.. es.. increíblemente descolocante, es como una foto desenfocada.
Haber rozado su cara para darle besos y acariciarle con cariño, y al siguiente día para sacarle las lágrimas...
Todo comenzó con un " chúpame la ceja", y continúa con un "volveré" ...
No es todo dramático, ni trágico, sólo frágil y desconfiado.
De toda esta trama, quiero centrarme en el final, en el momento en el que me tocó afrontarlo y dar la cara.
Cómo no? para variar llovía, y estaba completamente nerviosa, supuse que no aguantaría tener que mirarle los ojos y aguantar todo lo que tenía que decirme..
Estábamos sentados en un banco cualquiera, no sabía bien que postura adoptar, nunca se me dio bien hablar las cosas, él es real, yo vivo en las nubes y suelo dejar que las cosas se queden allí..
La cuestión es que me tocó hablarle, contarle que no era la opción que elegí, que me toca cerrar cabos.. como le explicas a alguien que no quieres dejar de reflejarse en sus ojos, pero tienes que dejar de rozar sus labios? Vi la primera lágrima aparecer, pero no caer, se mantuvo en sus ojos mucho tiempo, cómo un dolor que esta y no se va..
No aguantaba verlo así, de verdad que me sentía tan mal..
Sólo quedaba abrazarlo, pensar "no llores pequeño" mientras lo apretaba contra mi, agarrarle y hundir mis dedos con mucha fuerza para que no se alejase de mi... como si intentas coger un jabón...
No me salían demasiado bien las palabras, me estaba pareciendo a él, cuando en aquel día me dijo "camyla" y nada más... quién sabe expresarse cuando el corazón palpita tan fuerte que las ahogan, sólo quedan gestos.
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