miércoles, 30 de marzo de 2016

No se debe

Noté como subían escalofríos por mi espalda, como me volvía a temblar el cuerpo. Las voces de mi cerebro se disparaban, y como aquello que estaba tan tranquilo en un baúl, de pronto salía y empezaba a toquetear todo, y remover las cosas.

Empezaba a hacer frío, mucho frío, tanto que se me congelaba la mirada.

Un huracán de... Ni si quiera sabría decir de qué, estaba emergiendo del subsuelo, nada bueno. Mal presagio.

Respiré hondo y recordé cómo calmaba aquellas sensaciones cuando eran más seguidas.... Y todo volvió a la calma, excepto, las mariposas, esas nunca mueren.

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