martes, 12 de mayo de 2015

Rosa negra

Se le caen los pétalos, se los va llevando el tiempo que va soplando cada vez más fuerte, Parece no acabarse nunca.. Una rosa en medio del mar, alzándose robusta, roja, colorida, la comienzan a desnudar, o quizás es ella misma quién comienza a crecer, a abrir sus capas, hasta que llega un día, una brisa con destellos, que la deja impregnada de brillo, floreciendo de repente rápido, sin parar, como se nota su emoción.. La bella rosa queriendo a la brisa, uniéndose a ella, a la desconocida brisa que llega con diferentes temperaturas, que se adaptan a ella misma tal cual.. la rosa dejándose llevar por la brisa.. hasta que esa brisa se convierte en viento, en furia, en ira, en un huracán intrépido que se aproxima sin vuelta atrás, y que arrasa a la bella rosa, rompiéndole los pétalos, haciéndolos girar, empequeñecer.. Como puede, la rosa afila sus espinas con ese mismo huracán, hasta que éste se va... y vuelve la mima brisa embellecedora, que desea volver, a bailar sobre los pétalos infinitos de aquella rosa... de aquella rosa que ya no quiere absolutamente nada, a la que han desnudado sin querer, a la que han desgarrado, a la que le han arrancado la sonrisa... vuelve aquella brisa que no supo, ni sabrá nunca más querer mejor a esa rosa de la que se aleja.

Pasa el tiempo, y la rosa, en medio del mar... echa de menos a la brisa que tanto daño le hizo, y la odia por eso mismo... cierra la puerta de las hojas secas que caen cerca de ella, a los bichos que quieren vivir en su interior... está apagada, fuera de sí, a veces de noche, llora, llora como diciendo " vuelve..." y después gritando con furia, e ira, que es ella contra el mundo y nadie más. Y la rosa roja, se volvió negra.

Hasta que un día de pronto, apareció un viento que la desnudó de una forma tan peculiar... que no pudo no dejarse despojar de toda su armadura, de todo el dolor, de todo el rencor, no puedo resistirse a ese viento que venía de algún lugar lejano, y que quizás no encajaba con aquella rosa... pero ésta, que ahora de pronto, era blanca, lo intentaría aún con más fuerza que con la brisa que nunca fue cierta, de aquella brisa marchita.. intentaría nuevamente ser feliz, con este viento cálido, con atardeceres, con amaneceres, con besos profundos, y un cielo brillante... a este viento sí, si que le prometería todo el mar que posee, y todas las lluvias que pudiera.

Aquella rosa blanca había aprendido que lo último que se puede hacer es desearle desenfrenadamente a una estrella lo que necesita, cuando lo único que se debe hacer para cumplir un sueño, es tenerlo, perseguirlo y aferrarse a él...


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