La última vez que le vi, lloré.
Sabía que sería la última vez que le viera sonreír. Fingir que no pasaba nada no era el método idóneo para ocultar el vacío de mi corazón.
Sus manos se entrelazaban con las mías, y en mi piel sus dedos escribían " no te vayas".
Ojalá la vida llevara consigo un manual de instrucciones para conseguir la felicidad y la calma, pero no es así. Aquí cada decisión cuenta. Y la mía provocó su ida.
Sabía que tardarías en acostumbrarme a su ausencia, pero quién aprende a acotumbrarse al dolor?
Como deshacen las perdidas.
Me abrazaba apretándome fuerte contra si... Haciéndome sentir que bajo sus brazos no habría nada que fuera a ir mal.
Me miraba, y había una llama verde en su ojos, de esperanza, que intentaban sus lágrimas apagar..
Pero quién apaga un rayo verde?...
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