domingo, 14 de junio de 2015

Hoy me desmontaron.

Estaba en la Iglesia. En la clase de escuela sabática que va después del culto.
Llegué tarde, quizás no demasiado, pero tarde, nada nuevo en mi.
Entré. Después de un saludo alegre con algo de melodía, me senté tan pancha en un asiento rojo blandito y con mi zumo de naranja recién exprimido. De ahí un compañero me ofreció un cacho de tarta, pero cuando fui a por ella ya no quedaba ni rastro, enseguida otro compañero se percató de ello, y partió el último trozo que le quedaba de aquella tarta y lo compartió conmigo. Un gesto que no me esperaba de alguien con quien la relación no es más que de conocidos.

Como siempre comenzó la escuela, y me acordé de que a mí me tocaba comentar la lección del jueves " cachis" pensé,  " se me había olvidado". Rápido mientras los demás comenzaban a explicar las suyas, leí lo que me correspondía tener entendido,  y no hubo manera de que lo entendiera. Lo leía una y otra vez, pero nada; o mi cabeza estaba en otra parte o realmente es que no llegaban mis conocimientos biblícos para entender todo aquello.

Por lo tanto, desistí de entenderlo porque prefería escuchar que comentaban los demás,  al fin y al cabo todas las lecciones de la semana iban relacionadas. Pero como de costumbre, ya empecé a poner todo en duda, con la mala manía de hacerlo en voz alta... A veces estas tan lejos de Dios que no sabes como encajar ciertas cosas.

Me explicaban del modo más sereno posible lo que intentaban decirme.
Prosiguió la escuela sabática hasta que llegó un punto en el cual ya me desconcerté.
Quien hablaba, que había sido el mismo que me había compartido conmigo el cacho de tarta que le quedaba, dijo algo así como: 

-ahí está el problema realmente, y es que la gente se queda quieta, es decir, Dios nos dio dos elecciones, la vida y la muerte, y desde luego el no elegir por ninguna de ellas y 'lavarse las manos' ya es una elección, que es la muerte.

En ese momento ya 'disparé' yo con mi tozuda cabeza:

- Pero cómo yo no veo lo malo en no elegir ningún camino - todas las miradas de las sala ( serían unas... 13 personas) quedaron fijas en mí; proseguí -  No entiendo la manía de la gente de que siempre tiene que ser todo blanco o negro, existe el gris, existe la duda, el qué elegir, yo no voy a seguir un camino en el cuál quiero pero aún no siento que esté preparada para llevar a cabo, ya sea por capricho o por no imponerme el deber de prohíbirme ciertas cosas tal vez... Me sentiría falsa de intentar algo sabiendo que desde un principio ya puedo hacerlo.. No se si me entendéis.

Y mírandome fíjamente a los ojos, clávandolos en mi, esta misma persona me contestó con calma y cariño en la voz:
- pero es que uno no puede guiarse por las emociones, porque son inestables y resbaladizas, la misma bilbia dice que '¿ quién conoce el corazón humano?', para que te hagas una idea, la emociones son arenas movedizas en las que de las pocas veces que consigues estabilidad y apoyar el pie en algo firme, se derrumba. Sin embargo, está el camino de apoyarte en algo confiando en que será tan estable como tu lo mantengas.

Y en ese momento me di cuenta de que llevo toda mi vida moviéndome por mis emociones y sentimientos. Y que me han llevado a tantos desastres en los que me encontré sin saber como había llegado, y la respuesta eran " las arenas movedizas"... Y me sentí tan pequeña, tan poca cosa.
No era menuspreciarme, ni dejar de quererme... Fue abrir los ojos de que todos los errores que cometí, que a su vez me han llevado a seguir, y ser como soy, deberían llevar otra base. No unas emociones incontrolables que cambian día sí, día también.

La inestabilidad de mi vida se abalanzó sobre mi, todo aquello era como ver un oasis y darte cuenta en realidad de que no existía todo aquello en lo que yo me basaba.

Me dijo: - Los principios son lo que te ayudan a seguir.

Quedaba poco de clase y le tocó hablar a alguien a quien no soporto, me irrita hasta su dulce voz por todo el daño que en su día me provocó.

Y mientras mi cabeza divagaba enfurecida por no entender nada, escuché entre las palabras que sonaban " amar a tus enemigos, qué locura te pide Dios"... Siguió el tema, mientras yo pensaba " me odio por no poder quererte" dirigiéndome mentalmente a aquella chica que conversaba con los demás. 

Se llegó al casi finalizar la clase, a la conclusión de que Dios nos creó y nos ama tal cuál somos, aunque creamos no merecerlo porque nosotros a él no le damos ni ofrecemos nada. O algo parecido a eso.

A mi me estaba doliendo el pecho quizás por el cúmulo de cosas, y una mirada se clavó en mi y me dijo:

- Camy te has quedado muy callada - levanté la cabeza y no supe que decir porque, no me salían las palabras por un nudo en la garganta,  aunque tampoco sabía que decir.
Otro compañero añadió:
- Puedes rebatir no te preocupes.

Con esfuerzo contesté: - si no es eso... - Y las lágrimas ya resbalaron, y hala, numerito por Camyla, viva!

Intenté que no me dieran demasiada importancia y se dieron cuenta de que no me sentía cómoda,  y cambiaron de tema.
Cuando me acabé de secar las lágrimas y de dejarme los ojos rojos por las mangas del jersey, le dije a mi hermano : - Nos vamos ya?
Y nos fuimos.

Al poco rato de llegar a casa recibí dos whatsapps.
Uno era del compañero que me había intentado hacer razonar diciéndome palabras de apoyo.
El otro era de otro compañero comentándome que se sentía identificado conmigo,  y le dije que me molestaba mucho estar siempre parando las clases por preguntas que ellos por su edad y por su tiempo en la iglesia ya sabían de sobra, y me contestó que no tenía que callarme nunca cuando me saltara una duda, porque yo al menos preguntaba cosas que los demás no se atrevían.

Así que ahí estaba yo, sintiéndome de lo más tonta y estúpida,  pero preparándome para volver a naufragar.

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