martes, 15 de abril de 2014

Hoy es una mañana triste.

He despertado del revés.  He notado que mi corazón anda destrozando el pecho. Quiere salir. Intenta huír. Dice que las costillas son barrotes que no necesita para su protección. Dice que él es fuerte.

Tozudo patán.

Joder, ¡Qué mierda! Triste y absurda melancolía desquiciada y hecha polvo, déjame dormir, o sal de aquí.

Quizás no debería encajar de una forma tan mala el no poder evitar escribir, y de ese modo el sepa que aunque se haya ido, algo palpita enlazado a él. Quizás puedo verlo como algo inevitable y de la vida. Sí, son cosas que pasan.

Pasa el tiempo y parece mentira que todavía piense, que cuando me mira con sus ojos a contraluz, están diciéndome algo. Qué absurdo es mi sentido femenino supongo. Se guía más por lo que quiere creer, que por lo que de verdad es.

Aunque en realidad, por qué crees que no hablan? Igual dicen mucho, pero nada de mí. Sería lo correcto.

Mas, caigo en la cuenta de que el delirio es algo proponeso en mañanas así, por lo que tal vez hayan venido a visitarme sus pájaros. Sé que les caía bien. Decían que los míos eran tan curiosos
como ellos, y eso les gustaba.

Supongo que los pájaros son más sinceros. No le tienen tanto miedo a quedarse sin plumas.

Hemos volado tan alto, que nuestro engranaje sabe que no seremos capaces de repetirlo. Al menos, del mismo modo.

- Me voy, pero que sepas que te estás autoengañando. Cuando quieras ver la verdad me lo dices.

- Y cuándo volverás?

- Cuando aprendas a que reprimirme no es la salida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario