Es curioso como a veces no hace falta ni pensar como vas a entrar en una tormenta. Tu cuerpo, por sí solo, se adapta a la situación dejando que los nervios actúen sobre el muñeco que controlan.
Es simple, porque pensar no arreglará nada, ni si quiera, intentar actuar como un muro te cubre de la tormenta..
Y así es como se disponen a sufrir las almas.. Bajo la sombra del mar alto, pero al menos no cabizbajos.
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