martes, 2 de diciembre de 2014

Una persona olvidable.

Con muchos peros siempre en la lengua, pero con pocas palabras. No le gustaba hablar tampoco. De las pocas palabras que decía ninguna tenía sentido. Eso sí, nadie nunca supo todo lo que le gustaba escuchar. Se pasaba tardes enteras escuchando a las personas de su alrededor hablar. Es normal que no quisiera después abrir la boca.. con tanta información empezar se le haría fácil y ameno, pero.. y parar? A veces nunca se sabe cuando parar si todo te parece importante. 

Resulta que este viejo hombre, con un pelo cansado de maquillarse, tenía un poder. Tenía el poder de conseguir oír a kilómetros la voz de las personas.

Se crió acostumbrado al silencio, por lo que pronto su oído comenzó a agudizarse de tal forma que cualquier sonido de la ciudad le habría vuelto majara. 

En realidad me da pena pensar en él, y sobre todo recordarlo.. Cuando lo conocí estaba sentado en un banco, y me dio por ocupar el espacio de al lado. Le dije hola, y no me contestó, miraba fijamente al frente. Intenté dirigir mi mirada a lo que ese hombre miraba, pero no encontré nada más que monte. Así que, intenté sacar tema de conversación de todas las raíces que me fuera posible.. y nada , ese hombre seguía sin dirigirme la palabra. Me enfadaba yo sola, empezaba a decirle que era raro y que era imposible mantener una conversación con él.. por lo que, con todo el descaro del mundo, me puse a pensar en voz alta, sólo para molestarle. Hablé de cualquier cosa, imaginé un mundo delante de nosotros. Hasta que en un momento me miró, ( ni supe calificar esa mirada) y me dijo: "shh". 

Me levanté indignadísima y me fui. 

Al día siguiente, me levanté en el mismo pueblo, en la misma cama que el día anterior, y volví a ese banco. Ahí seguía ese hombre.  " Es que a caso no tiene casa?" pensé. 
De nuevo, me senté a su lado, y le pregunté si es que a caso no tenía casa. Y no me contestó. Como era de esperar. Y comencé a hablar yo sola, otra vez. 

Aquel hombre tuvo tan mala suerte.. porque acababan de darme una semana de vacaciones y como solía hacer, cogí el coche y me planté en un pueblo remoto sólo por descubrir.. Aunque en verdad, no era cierto. Fui por casualidad a aquel pueblo sólo para olvidar.. Me habían hecho mucho daño, y estaba totalmente destrozada, acababan de partirme en dos, o en dos mil minicachitos... Aníbal Torco Nieve, así se llamaba mi dolor. Mi pesadumbre. Mi aire.. Y eso. Así que, tuvo mala suerte, porque le conté todo lo que podía. A veces las cabezas locas solo necesitan a alguien que les cuente cosas. 

Cuando acabé de llorar y reír, volví a estar enfadada. Maldito señor. No me hablaba! 

Durante el restos de días mi cabeza daba vueltas de un lado a otro , " ¿Por qué no me hablaba aquel hombre?" Pensé en cincuenta posibilidades de por qué no me contestaba, pensé que me ignoraba, luego en que en realidad era sordo! o no, mejor! Que me le gustaba mi voz y por eso no quería que me callase.. y en fin , muchas barbaridades a las que acude un alma desesperada cuando no alcanza la compresión sobre un tema. 

Cuando llegó el día de mi vuelta a la monotonía, me acerqué al banco en el que me pasaba los días haciendo el tonto , intentando ver algo en esa persona que tan si quiera sabía si me prestaba atención.. y le dije que me iba, y que probablemente no volvería. Me miró, y con una sonrisa levantó la mano diciéndome adiós. 

- Oh no! Llevo días aquí sentada a tu lado, ni me dijiste hola, pero si me dices adiós!? ADIÓS? Eso sí? Pues muy bien.  

- Yo no te he dicho nada. 

- OH! Y AHORA HABLAS? NO ES JUSTO QUE PRECISAMENTE CUANDO ME VOY HABLES! POR QUÉ! - Mis nervios estaban por las nubes, y no, no quería tan si quiera controlarlos, de hecho, cuando lo pienso, me río de mi misa por lo ridícula que soy a veces.

Y después de mi berrinche, me fui. 

Pasaron meses y meses, y no dejé de pensar en ese hombre tan extraño. Creo que incluso me obsesioné. Así que , una tarde, no me aguanté más, y volví al pueblo, y volví al banco. 

- Así que, sigues aquí eh? Ya no estoy enfadada. 

Nada, no había respuesta. 

- Ya te entiendo. Por cierto, me he inventado que tienes el poder de escuchar a kilómetros, y que por eso no hablas. Porque tienes demasiado que escuchar tal vez.. o que no sabrías parar si empezaras. Pero lo mejor! Ya sé por qué me mandaste callar el primer día!! Estabas escuchando a una de todas aquella mujeres de las que te enamoras cada cierto tiempo.. fijo! Y por eso no me hacías caso... no? puedes ser, no? - Dije con una sonrisa de oreja a oreja. 

Pero de nuevo nada, más que una mirada que seguía siendo indescifrable. 

- En realidad he venido a darte las gracias, me centré durante tanto tiempo en tu silencio, que le quité la importancia que le estaba a dando a cosas que no tienen sentido. Me has curado las heridas con silencio.. y bueno, simplemente eso, que gracias. 

Pasó el tiempo, y crecí en mi carrera de una forma asombrosa.. pero de todo eso no tiene sentido hablar. Volví muchos años más tarde a aquel pueblo,y ese hombre tan curioso ya no estaba..  Mandé construir una estatua de un hombre sentado , y la puse en aquel banco.. 

Porque tu lo sabías, verdad? Sabías que no podías ser olvidable. 




No hay comentarios:

Publicar un comentario