Contaba un cuento que unas manos hablaban. Y que hablaban sólo un lenguaje.. El lenguaje del tacto.. En braile. Pero que solo hablaban con un cuerpo, un cuerpo que podía entenderlas, no que especialmente ni lo intentara, sólo que podía, si quería, entender lo que ellas decían.
Estas primero recorrían otras manos... Y una espalda. Una espalda a la que se agarraban con fuerza. Después fue un cuello, un cuello largo, y la nuca.. Una nuca con pelo del que tirar, pero no enredarse.
Luego fue la mandíbula, la oreja... La espalda y arañar.. Después necesitaron correr euforicas por todos los rincones... La droga llegaba a sus yemas.. No podían parar.
Hasta que finalizó todo.
No pudieron doparse más... y comenzaron a escribir, a escribir para remplazar, para subsanar.. Para que aprendieran a entenderlas... Y quizás, algún día, hasta a quererlas como ellas querrían haber amado.
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