lunes, 17 de noviembre de 2014

Todo patas al lado.

Todas las noches se acurruca a mi lado, y como diría Trulli, espanta mis " fantasmas". Se acurruca en cualquier hueco que encuentra entre mis piernas, o tal vez por mi torso; en cualquier sitio donde se encuentre protegido supongo.

Sé que me quiere. Siempre que lo despierto por cualquier movimiento brusco que hago sin querer mientras duermo, me mira y empieza a agitarse de alegría. Le acaricio el cuello, o el mini cuerpito que tiene, acabando por rozarle las orejas suaves y finas que le cuelgab de la cabeza. Después,  vuelvo a dormirme, y él vuelve a acurrucarse.

A veces, cuando me despierto antes que el, me pongo a observarle y me acabo riendo siempre! Es que adopta posturas tan sumamente raras... Aunque, bueno.. En realidad yo tampoco me quedo corta.

Y sí,  me salva de mis fantasmas. Es el único momento del día en el que consigo tranquilidad normalmente.. En mis peores momentos mi huída siempre fue dormir. Y con él,  con mi perro, siento que nada puede atormentarme. Me siento sana...

Sana y salva.

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