Oh, dulce baño. Se está llenando la bañera, y el agua me hace cosquillas. Cuántas veces habré escrito cosas aquí que nadie leerá. Cuántas veces habré desangrado el alma bajo este tapiz transparente?
Hace calor, las calles están llenas de gente y las desgracias no cesan. Se podría decir que la vida es una de las mejores montañas rusas.
Hay tantísimas flores en esta ciudad, y tan pocas son las personas que se paran a fijarse en ellas, en los colores que lucen para ti, en el aroma que quieren dejar en tu nariz. Al igual que el mar. Cada rincón de esta ciudad tiene agua. Y qué pocos la miran con asombro. O simplemente, que pocos la miran como deberían.
Y los bancos de esta ciudad? Una esquisitez con unas vistas privilegiadas. Siempre que vemos imágenes asombrosas de algún lugar del mundo pensamos " vaya, debo ir" o " que mala suerte no estar allí " y qué es de toda aquella gente que piensa lo mismo de los recónditos rincones de esta ciudad? Supongo que para que podamos apreciar algo debe ser esporádico. Por el simple hecho de haber visto ya algo, lo dejamos de aprovechar. Pero, es triste, que sin embargo, sí entremos una y otra vez en las mismas tiendas o en el mismo bar.
Por esta ciudad fluye magia todos los días, y nadie se para a mirarla.
Aunque, en realidad, lo cierto es, que según con quien estemos o simplemente estemos solos, un mismo lugar puede variar su ambiente, puede variar su forma, su color, su gracia, su pena y hasta su imagen.
Supongo que por eso me gusta tanto la bañera de esta casa, puede ser quizás, el único lugar, donde nadie haya distorsionado el recuerdo.
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