Siempre vagando por el mundo como quién no quiere la cosa. Siempre perdiendo el tiempo entre las musarañas. Vivía de amaneceres y le destrozaba el atardecer, así que la niña pequeña que luchaba por hacerse hueco entre el tumulto de intentos de madurez, se dormía en los laureles cuando la noche acechaba. Eso sí, en las noches de luna llena, no parpadeaba por miedo a perderse algún mensaje de la luna.
Nadie la entendía, pero ella tampoco lo pretendía... albergaba en su interior una fuerza cálida y muy extensa, muy fuerte , casi tanto como un dragón. Amaba el sol, y sin saber cómo, también amó la lluvia. Tal vez la amó desde el momento en el que corrío con unos imaginarios zapatitos de charol debajo de ella, de charco en charco, de vertebra en vertebra.
Sus sueños eran inmensos, pero sobre todo muy duros. Echaban raíces enormes, porque los cuidaba con algo de esperanza, fe y optimismo.
Joder, que tozuda era, siempre firme ante sus ideas, "que pares" " que ese hilo es muy gordo para esa aguja", " que no sube la cremayera , déjala ya" , y ella que no, que no, que si se puede, que si se debe intentar, sólo un rato más... Ya podían dolerle y hacerle daño, comportarse mal y que no se merecieran nada, que con ella eso no funcionaba, por desgracia. Para ella valían más la pérdida de los pequeños detalles, que las agresivas palabras .
Cómo explicar cuando su luz se apagó?
Y parece mentira, pero un día, abandonó una lucha. Recogió sus cosas, y se marchó, no sin antes caerse, por supuesto. Tenía un estilo único, o eso decían.
Un día ,se dijeron tantas palabras que fueron apagando cada una de las esperanzas, de cada uno de los sueños que habían en ese futuro.
Emprendió un camino nómada,lleno de espinas, lleno de pinchos, de ramas largas, de hojas furiosas, de conejitos con dientes afilados y ojos saltones, de serpientes con nubes de golosinas como dientes, de ranas amarillas y naranjas... cambió sus direcciones a cualquier parte que tuviera más sentido que ese camino tan lleno de rocas.
Ella no se portaba bien tampoco, siempre actuando sin pensar, hizo cosas atroces , nunca supo ver nada, tanto fue así, que el dolor que ella pudo provocar con su cabeza loca, la abatió por completo al cabo del tiempo.. tanto era así, que no se dio cuenta de que el suelo de flores era venenoso, y cayó enferma.
Cayó enferma en un malestar continúo, en un amanecer sin luz, en un atardecer oscuro. Cayó en el delirio de las noches plenas de nada, de vacío. A veces aún hay atisbos de energía que intentan luchar por un corazón envuelto en hielo, pero solo se quedan en estúpidos intentos de los que arrepentirse al segundo.
Un día se fue, un día se marchó... cogió sus cosas y dijo que volvería a por mí. Pero mucho me temo, que en Nunca Jamás no hay billetes de vuelta. Eso sí, cuando se fue, me dejó un regalo pequeño. Me dejó un mechero.
Que bien sabía que el corazón se me iba a congelar.
Se fue hace tanto que me hace extraño pensar en ella... cómo estará? Seguirá luchando como siempre?
Me abandonó por amor. Por el dolor del amor. No supo odiar, no supo mantenerse arriba. No supo hacer que sus ojos volvieran a brillar sin la necesidad de estar reflejados. No pudo con eso. Solo espero, que Dios la cuide, y que siempre ame la lluvia.
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