Muchísimas preguntas invaden mi mente, dejándome en blanco. Se arremolinan dentro de mí, dudas que nunca tendrán respuestas, porque jamás formularé las preguntas. Y quizás, sea mejor así.
Estoy enferma. Eso es. Estoy enferma. A veces cuando me despierto, pienso en lo que me toca hacer, que normalmente es ir al instituto, y mi boca automáticamente esboza una media sonrisa, que al instante desaparece cuando la realidad me golpea. A veces se me acelera el corazón solo, se embala. A veces, mis pies, andan solos. A veces mi mirada observa por su propia cuenta. A veces, pero solo a veces, siento que esta enfermedad no tiene más cura ni remedio, que su propio mal.
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