Por un momento me ha parecido escuchar su voz, gritando con calma, el nombre de mi abuela.
Cuando las balas me llegan, no me atraviesan al instante, van con calma, quizás tardan meses en entrar, e incluso a veces me evado tanto que consigo que ni entren... pero esta acaba de tocar fondo.
No sabes lo mucho que se puede echar de menos a alguien, hasta que te paras a pensarlo.. en el recuerdo se mantiene a la persona con vida... pero que dolor, joder. Qué dolor!
Era un señor alto, imponente, de voz ronca nunca temblorosa, y ojos verdes profundos y inmensos... de pelo blanco y una sonrisa eterna. No he conocido persona más culta todavía.. sabía absolutamente de todo, de hecho, cabe nombrar que se leía la enciclopedia en sus ratos libres. Como persona era absolutamente bondadoso, tenía dentro tantísimo amor que dar... aunque de caracter a veces fuera difícil, y muy apegado a sus normas... no le cabía el corazón en el pecho.
Lo vi caer, lo vi envejecer demasiado pronto, lo vi pasar de saber mucho, a contentarse con juegos de averiguar números... le vi comportarse como una roca, fuerte y dura, frente a los infartos... hasta que un día, que yo no estaba, la vida por a o por b, decidió llevárselo de aquí... decidió que ya tuvo suficiente.
Cómo duele hablar de esto... cómo se nota cuando la bala entra y tocas fondo con ella. Pero hay que sacarlo.
No me pude despedir. Qué estúpidos somos. Siempre con prisas y a la ligera.. como si todo siempre fuera a seguir igual, y el tiempo de una persona querida no se pudiera parar... me aseguré de que mi abuela le dejase claro, que le quería. Me dolió en el alma.
Esas pérdidas son duras... alguien que tanto te enseñó, tanto te cuidó...
Por un momento creí haber escuchado su voz de nuevo, quizás fue un sonido de una cama, o algo parecido, pero me pareció su voz.
Estos momentos, son los que le devuelven el sentido a la vida.
El saber que ante todo está de cuidar de los tuyos, y que sí un día se van, no tengas que decirles te quiero, para que lo sepan.
Era un señor imponente, alto y con una voz ronca. Ese era mi abuelo, no de sangre, si de corazón. Era mi abuelo.
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